Ficha Técnica. Dirección:
Carretera Aeropuerto 370, 50190 Zaragoza Clic para ver el Mapa. IntroducciónTras más de veinte años de recorrido gastronómico Gayarre es sin duda uno de los restaurantes emblemáticos de Zaragoza. Su buen hacer es la constante en ese camino que lo ha llevado a ser uno de los restaurantes con sello propio y diferenciador dentro de la capital maña. Ambiente Situado a las afueras de Zaragoza, concretamente en el término de Garrapinillos y a escasa distancia del aeropuerto de la ciudad, un enorme chalet alberga este restaurante. Desde el parking un pequeño caminito rodeado de piedras te lleva a la puerta principal de Gayarre. Ya en su interior la sobriedad y el buen gusto reina por todo el establecimiento. Separado en diferentes instancias por enormes cristaleras transparentes, sus mesas están separadas con la suficiente distancia para sentirte cómodo y no invadido por los comensales cercanos. ServicioUn equipo a las órdenes de su maitre de siempre, Arturo Peiró, siempre cercano y cariñoso sin perder la profesionalidad y acompañado de una buena retahíla de camareros ataviados con sus chaquetilla blancas sobre las que destaca bordado en verde el logotipo del restaurante. Comida/CartaSi por algo se caracteriza la carta de Gayarre es por su constante apoyo a los productos de la tierra, siempre muy utilizados en todos sus platos y gracias a la pasión que les profesa su propietario Manuel Berbegal, especialmente a la huerta aragonesa, siendo la borraja su plato estrella. PrecioRelación calidad precio muy correcta y en los parámetros a esperar en un restaurante de su clase. Con vino postre y café y un primero y segundo por persona el precio oscilará entre los 45 y 55 euros. Precio muy razonable y correcto, acorde a lo ofrecido. Opinión de Sonia AgudLa verdad es que debo reconocer que con mi crítica de Gayarre ha llegado el momento de escribir del “Niño de mis Ojos”. Es un restaurante al que he estado vinculada desde niña, desde la primera vez que me llevaron mis padres, no tendría más de 8 años y es que yo siempre he sido de buen comer y lo que es “peor” de mejor paladar. Jejeje. De la extensísima carta o mejor dicho libro de vinos, nos inclinamos por un Legaris de la Ribera. Un vino que no había probado nunca pero con mucho cuerpo y muy bueno. ¿Qué más os puedo comentar de la visita? El servicio quizás pecó al principio de ser algo frío pero al final lo arreglaron, concretamente en el momento en el que me recomendaron que me tomara con calma el acabar la ensalada (iba un poquito lenta comiendo, he de reconocerlo y mis acompañantes ya tenían los segundos frente a ellos) ya que me iban a traer las vieiras e iba a ser una pena que se enfriaran. Otro detalle importante son las raciones. Creo que he estado en pocos sitios en los que las raciones sean más perfectas. Cantidad justa para quedarte bien, ni hambriento ni con pena de dejarte parte de la comida en el plato por lo excesivo de la ración. El precio viendo el lugar, los productos, la elaboración y el servicio, nada que objetar. Pagamos de los 3 con cafés, postres, vino y agua 155.15 euros en total. Precio nada abusivo, relación calidad precio un 10, sin duda. Varios años después de mi última visita, me “reconvencí” de que Gayarre es mi restaurante sin ningún género de dudas. Su magistral uso de los alimentos unido a su inteligente modo de conjugar la cocina más tradicional salpicándolo de las gotas de las últimas tendencias gastronómicas, no viene más que a demostrar que después de los años transcurridos siguen atesorando una gran sabiduría culinaria, profesionalidad y saber hacer dentro de un marco incomparable consiguiendo que el regalo de Gayarre no caduque a pesar del paso de los años. Opinión de Javier RiojaCon esta crítica añadimos a la ciudad de Zaragoza uno de los grandes: Gayarre. Como en el caso de El Churrasco, es de los que nunca fallan. Hacía poquito que lo visitamos en una boda y el resultado fue algo decepcionante, por lo que quisimos volver a ver si era una realidad actual o algo extraño y pasajero. Aunque también podría ser que los banquetes sean en un Gayarre “diferente” al de la comida de carta. Una vez entras en el restaurante nunca sabes donde te van a sentar porque son varios salones enormes. Lo primero que no me gustó fue la carta, renovada para el verano del 2008 que no ofrecía demasiado. Los precios estaban escritos a bolígrafo y me sorprendió que apenas hubiera marisco. La carta de vinos más bien es un libro, con referencias de sobra sobre todo en tintos Rioja. Pedimos un crianza Legaris de la Ribera, algo suave con un aroma intenso. Nos dan a elegir entre pan de trigo o leña, y la calidad ya empezó por aquí, excelente pan. Os contaré lo que me parecieron los platos, tanto los que pedí yo como mis dos acompañantes. En la carta destacaba sobremanera la borraja, borraja en mil formas distintas y originales como en cuscus, aunque quizás la más destacable sea un plato de fama en Gayarre: los tallos de borrajas con arroz y almejas. La pinta me lo dijo todo antes de probarla… y el olor, la salsa me pareció insuperable, así como las borrajas, pero el arroz, siendo bueno estaba algo soso, y siendo un plato excelente, pierde por esto último. La ensalada de trufas y turmas, fue un plato que me llamó la atención, la turma que es una trufa blanca junto con la ensalada hacen un buen plato sobre todo por su salsa de aceite. La menestra de la ribera con crujiente de jamón muy buena también, demostrando que este restaurante mima con especial cuidado las verduras. De segundo pedí trancha de rodaballo con Orio de lima y mango. A parte de que el pescado era excelente, no lo era menos el acompañamiento con un resultado atronador que os recomiendo. Como resumen de todos estos platos remarcaría las raciones, perfectas, por ejemplo el rodaballo, acostumbrado a raciones irrisorias, aquí había 3 trozos suficientes para terminar la comida lleno. También eran excepcionales las salsas y aceites que acompañaban a los platos. Los postres son tremendamente originales. Todos por 6€ se solían acompañar de helado, pero no sabías de qué y mi sorpresa fue al probar el mío porque era de… tras pensar unos segundos… ¡curry!. Me gustó mucho y eso que era un helado picante. Este helado era más bien una tarta de requesón con pasas, que fue lo que pedí acompañado de este helado, la tarta me gustó sin llamarme la atención. Tras un café normalito nos preguntan si queríamos pacharán, un buen detalle. Al final con cafés y vino pagamos para 3 personas 155€, un precio nada abusivo. El servicio no me gusto demasiado. No fue nada malo, es más, fue muy profesional y sin errores… pero hubo algo que no me gustó, quizás su lejanía con el cliente, casi no te das cuenta de que existen. Sólo abrieron la boca para preguntar si habíamos elegido ya tras ver la carta y lo que tampoco me hizo nada de gracia: para preguntarnos en cada plato quién había pedido lechal, quién ensalada, quién pirámide de almendra… Los exteriores son para nombrarlos, grandes jardines, esculturas, fuentes de agua… que sobre todo lucen de noche. Por dentro no se queda atrás, mucho lujo controlado y buen gusto para no llegar a ser un restaurante tipo entrada al Ritz. Los baños perfectos. El restaurante está muy cerca del aeropuerto de Zaragoza por lo que habrá que ir en coche y será un detalle crucial a la hora de decantarse por otro sitio. No entiendo muy bien que Gayarre pague el taxi de vuelta porque de alguna forma habrá que llegar, si vas en taxi te ahorras el de la vuelta, eso sí. Os recomiendo que visitéis su nueva página web para que entre otras cosas podáis ver las fotos de los exteriores e interiores de este mítico restaurante maño. Un restaurante muy recomendable, de los míticos.
|
Javier Rioja © 2006-2022
Aviso legal. Esta obra se encuentra bajo una licencia Creative Commons