Ficha Técnica. Dirección:
Coso, 127 – 50001 ZaragozaHaga Clic para ver el Mapa. IntroducciónNos adentramos en uno de los bares cafés con más solera de la ciudad décadas atrás y eso se respira en cierto modo en su ambiente.
AmbienteThe New Windsor es un restaurante tremendamente raro. Y a mi modo de ver es su gran problema, porque no sabes en qué tipo de lugar te encuentras. Dividido en dos zonas: una gran barra nada más cruzar su puerta de madera a lo largo de todo el establecimiento donde destacan los numerosos grifos de distintos tipos de cerveza en su parte final mientras que a su derecha nos encontramos con la zona de restaurante. Ambas estancias están separadas por unas mamparas ya que no hay pared alguna que divida las dos zonas. Una combinación que no pega ni creo que sea buena a la larga. Han querido mantener algunas partes de su decoración de antaño como los medallones de su alto techo, con ciertos motivos florales sobre un fondo en tonos granates, una tonalidad que contagia el resto de la decoración del local. De igual tonalidad es la alacena al fondo del comedor restaurada para la ocasión y que ya se usaría en sus inicios. Pero, como decimos, la mezcla de estilos es lo que más llama la atención de la decoración del local, su rancia decoración de años atrás se mezcla con un mobiliario más moderno que intenta dotarlo de cierta originalidad. La capacidad para 40 personas se distribuye en modernas mesas (sin mantel alguno) de un recio cristal blanco opaco acompañadas de sillas de resina blanca de corte recto y moderno. Luz tenue para toda la estancia y una pared al fondo del comedor de madera combinada con cristales tipo espejo. En resumen, un ambiente en el que se ha intentado al máximo combinar lo antiguo (guardando y cuidando detalles de la decoración original) dotándolo de cierto vanguardismo pero que lamentablemente no se ha logrado adecuadamente ya que si uno se fija detalladamente encuentra más puntos discordantes que de encuentro realmente entre los dos estilos. Lástima que, a pesar del esfuerzo, no se haya conseguido esa tan buscada homogeneidad en el ambiente. CríticaLa bienvenida al restaurante nos la da la chica que hay en la barra, es la que nos sienta en la mesa y tras darnos la carta, vemos como todo tenía buena pinta y los precios son acordes con un restaurante más de tipo medio que alto. Nos sirven un pan incomestible y pedimos como de costumbre dos entrantes y dos segundos. La carta de vinos no me llamó la atención en absoluto, aunque no por el número de referencias. Elegimos el único vino que había de Sudamérica, un Hacienda Arauco de Chile del 2006 (18€) sin apenas olor y un sabor tirando a madera, agradable pero a punto de pasarse. El servicio siendo malo, por lo menos fue rápido, dentro de una sala grande con 4 mesas ocupadas era de agradecer y enseguida nos trajeron un aperitivo: un par de excelentes empanadillas de jamón y queso. El primer entrante fueron unas sardinas sobre un tamizado de tomate y mousse de aceitunas negras, un buen plato de 6 sardinas abiertas sin espinas que merece la pena probar si te gustan, porque es un pescado que no da para mucho. Destacar negativamente que el aceite de oliva no destacaba el sabor del plato. El arroz al curry con langostinos lo encontré excelente, muy suave, se agradece probar platos distintos. Nos trajeron un plato de arroz para cada uno con dos langostinos (grandes y sosos) semipelados dentro, me quedé tremendamente sorprendido porque no nos preguntaron si era para compartir, pero por 16€ se agradece por lo menos la cantidad y calidad. Nos dejan unas toallitas para limpiarnos las manos del marisco y enseguida traen los segundos. Un plato con dos jarretes de ternasco con espinacas y pasas (16€), con un sabor algo distinto de lo habitual, me gustó pero los enormes jarretes al igual que las sardinas no creo que den para mucho, junto con el arroz del plato anterior te quedas más que lleno. Tras un rato vino la camarera metiendo prisa, si queríamos postre, la cocina cerraba a las 11:45: y, aunque lo entienda, si me voy a cenar por ahí no me gusta que me metan prisa, más teniendo en cuenta de que visitamos The New Windsor en una noche víspera de fiesta Al final pedimos un postre y nos decantamos por un coulant de chocolate con helado de ferrero roché (5€) y tuvimos mucha suerte porque fue uno de los mejores coulants que he probado, a la temperatura correcta, lo encontré perfecto, una pena que no estuviera acompañado a la altura con el helado derretido para mojar el coulant. Eso sí, no se me escapa que dentro del coulant es imprescindible que haya chocolate en estado líquido... y no fue el caso, siendo el segundo coulant consecutivo que pido en un restaurante y ocurre lo mismo.
Tras fijarme otra vez en la decoración, hay detalles que desencajan totalmente como la publicitaria jarra de cerveza luminosa sobre la pared justo encima de la alacena y que desentona totalmente y no sé a qué viene. Los baños siendo grandes, están tremendamente desaprovechados con sólo un lavabo cuando cabrían perfectamente dos. Me puso nervioso que la luz se apaga enseguida, la segunda vez que entré a limpiarme una mancha se me apagó en medio de la faena. Eran ya las 12 de la noche y el bar se llenó de cerveceros y fue curioso como a los 15 minutos ya no quedaba nadie. Durante todo este tiempo estuvimos esperando que nos trajeran la cuenta, pero las camareras del restaurante tenían trabajo en el bar y se olvidaron de nosotros... estuvimos esperando más de 15 minutos. Total, 86€ con un vino de 18€ lo veo muy razonable, el pan incomestible sólo costó 50 céntimos cada uno.
El servicio de las dos camareras sudamericanas fue horrible, no sabían por ejemplo con qué ingredientes estaban cocinados los platos, cometieron errores graves como servir el vino goteando a la mesa (la primera vez porque las siguientes fue autoservicio propio), no cambiaron los cubiertos en el primer plato, destacaban por sus dotes de no transmitir ningún tipo de calidez, y ya el colmo fue que al servir el postre, se le cayó la cuchara dentro del coulant y su intención al cogerla (antes de que la cogiera yo para dejarla en el plato) fue dejarla en la mesa de cristal que a saber las bacterias que podría tener, demostró sus modales cuando ni se disculpó: inadmisible. Me dio la sensación de estar comiendo solo en la calle. A poco que mejore, The New Windsor podría convertirse en un restaurante muy recomendable, porque a día de hoy sólo es recomendable por unas raciones muy generosas manteniendo un precio nada desorbitado y unas calidades buenas, pero el problema es que esta calidad –por lo menos bajo mi opinión- no compensa por el servicio y el lugar, un lugar que parece más de un bar (con muchísimo ruido) que un restaurante que además parece que quiere llegar a ser de alta gama. Poco antes habíamos visitado el restaurante Catorce y las comparaciones son odiosas, empezando por las instalaciones, pasando por el servicio y con una comida que quizás esta vez sí, podría ser mejor en el Windsor por arriesgar más y ofrecer calidad a buen precio con mayores raciones, pero entre uno y otro me quedo con el Catorce porque a este no volveré.
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Javier Rioja © 2006-2022
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