Ficha Técnica.
Dirección:
Arboleda Macanaz, s/n. (Frente al Pilar) Haga Clic para ver el Mapa.
Teléfono: 976 950 702
Cierra: No cierra salvo fechas señaladas como Navidad
Precio medio: 53€
Introducción
Gracias a la Expo, Zaragoza no sólo ha cambiado en cuanto a aspecto e infraestructuras sino también en cuanto a oferta gastronómica. Son varios los lugares que gracias al acondicionamiento de las riberas del Ebro han abierto sus puertas. Buen ejemplo de ello es el Restaurante Macanaz del que hoy os hablamos. Inaugurado en septiembre del 2008 es, sin duda, el más especial de ellos y tras esta crítica comprenderéis por qué lo afirmamos con tanta rotundidad.
Ambiente
Su ubicación y el ambiente que se respira gracias a ella son el punto de distinción de esta nueva apuesta en la ciudad. Situado a orillas del Ebro cuenta con las mejores vistas que cualquier otro restaurante de la ciudad pueda tener.
Pero vayamos paso a paso. El local se divide en tres espacios bien diferenciados. En primer lugar una terraza a pie de calle justo en la misma ribera donde poder tomar algo de manera distendida (bocadillos, ensaladas, platos combinados y raciones). Si nos adentramos ya en lo que es el edificio podemos encontrarnos en primer término con el restaurante, un restaurante tremendamente luminoso y de aire moderno con capacidad para unas 70 personas. Dividido de la entrada y de la barra por una original pared de baritas de juncos verdes, su luminosidad se debe a la enorme cristalera que recorre toda la pared frontal del salón y que permite a todo aquel que lo visite divisar unas inmejorables vistas del Ebro bañando la Basílica del Pilar de fondo. Una cristalera en la que llama la atención su decoración a base de espirales haciendo círculos e incluso pudiendo simular el movimiento de las olas. Si bien la cristalera llama enormemente la atención no menos llamativo es el cuadro que ocupa toda la pared del fondo del comedor con luces tenues, un atardecer en tonos grises y amarillentos (casi vainillas) con el mar siendo el protagonista de todo el lienzo.
Como hemos comentado, el local es de aire moderno, con un suelo laminado de madera en tono oscuro tipo vengué al igual que las mesas rectas del mismo tono, cubiertas por caminos de mesas para delimitar el espacio de cada comensal en distintas escalas de marrones y con unos pies rectos en aluminio se ven acompañadas por unas sillas que contrastan con las mesas por sus formas más redondeadas, especialmente en la parte del respaldo, tapizadas en un marrón tendiendo a ocre. La única pared que queda libre de todo el comedor en tono amarillo conjuga a la perfección con la estética del local estando decorada por fotos en tonos blancos y negros de tintes modernos. Por último a destacar del comedor las graciosas lamparitas blancas que cuelgan en forma cónica redondeada y que van recubiertas de cristal tipo metacrilato y que dotan al comedor de cierta calidez.
En último lugar hemos dejado la estancia más espectacular del establecimiento, no es otra que su terraza superior. Una terraza dotada de estufas (aunque no surtan efecto en días de cierzo, especialmente en invierno y otoño) en la que es posible cenar y tomar una copa en un marco inigualable. Con la basílica del Pilar como principal protagonista, hace a propios y extraños disfrutar desde un lugar único de una estampa no menos única, el Ebro bañando el Pilar con el puente de Santiago como fiel escudero. De noche, las vistas dejan casi sin respiración. Lugar único en la ciudad, nadie puede atreverse a ponerlo en duda.
Servicio
Cercano y profesional servicio. Dando la bienvenida, una camarera tras la pequeña barra, amable y sonriente acompaña al jefe de sala, un joven camarero chileno que se ocupará de que todo esté en su punto, de asesorar a los comensales en sus elecciones y de que el cliente no pueda encontrarse mejor atendido.
Comida/Carta
A primera vista la carta puede resultar algo corta. Entre los primeros como recomendación los huevos rotos preparados de modos distintos, trigueros, ensaladas con originales aliños, arroces a unos precios muy asequibles, distintos tipos de pescados según mercado como el bacalao al orio de tomate, lubina o dorada a la sal o gamba roja de Palamós a la plancha. Pero si por algo destaca la oferta culinaria de Macanaz, es por sus carnes especialmente por sus asados cuya preparación exige 30 minutos (bien indicado en su carta) y que son preparados en un horno especial de carbón haciendo que la carne tenga un sabor y punto especial. Además de sus asados a destacar otras carnes como el chuletón o los solomillos de buey con rebanada de foie a las 5 pimientas o potro, todos ellos a la parrilla.
Como dato a reseñar comentar que los postres no aparecen en la carta y que suelen ser de elaboración casera variándose según los productos de temporada.
Existe la posibilidad de encargar menús cerrados tipo degustación con una amplia variedad de platos para grupos. Los denominados Menús Macanaz 35,45 o 55 haciendo referencia a su precio con IVA y vino, agua, licores y cafés incluidos.
Por último la carta de vinos es breve pero contiene referencias de todas las denominaciones importantes, especial énfasis se pone en los Riojas y en los de la tierra como los de Somontano. Como Vino Recomendación de la casa, Fernández de Piérola de la Rioja Alavesa.
Precio
Es un tipo de restaurante de precio medio alto. El precio de sus platos puede parecer elevado, en especial el de sus carnes, pero una vez probadas sus distintas opciones comprobareis por vosotros mismos que por cantidad, elaboración y calidad son unos precios muy acordes a lo ofrecido. Para que os hagáis una idea, un primero y segundo con postre, vino de tipo medio y agua no bajará de los 48-50 euros por persona.
Opinión de Sonia Agud
Desde que leí en el periódico la próxima apertura de una terraza - restaurante en la ribera del Ebro, y más concretamente en el Parque Macanaz, me picaba la curiosidad el visitarlo.
Varios detalles llamaron mi atención al llegar. En primer lugar la calidez del lugar a pesar de su moderno estilo y la cercanía con la que nos recibieron tanto la camarera de la entrada como el joven camarero que nos atendería toda la velada.
Sin embargo, al abrir la carta me quedé algo fría. Esperaba una carta mucho más extensa con mucho más donde elegir y, por un momento, me quedé algo desilusionada, he de admitirlo. Sin embargo, el agradable y servicial camarero pronto, tras pedirle consejo, nos asesoró sobre las especialidades de la casa y la cantidad a pedir. Nosotros, glotones a más no poder, seguimos la recomendación a medias. Nos sugirió que pidiéramos solo un entrante para compartir que podría ser los Huevos Rotos, especialidad de la casa y también se decantó por los trigueros con foie. Nosotros ni cortos ni perezosos hicimos oídos sordos en cuanto a las cantidades (ya se nos había advertido que las raciones eran generosas) y decidimos pedir los dos entrantes. Viendo los pescados que había en la carta, y sabiendo que el fuerte de Macanaz son las carnes, decidimos decantarnos por ellas, concretamente por la paletilla de ternasco y el cabritillo al horno. Y para acompañarlo un Fagus Coto de Hayas, un tinto con cuerpo de calidad notable.
La espera para empezar con el festín fue breve. Durante esos pocos minutos, pude observar lo privilegiado del lugar. La inmensa cristalera dejaba ver a la perfección la hermosura de la Basílica del Pilar aún más si cabe de noche con una iluminación inmejorable. Me gustó el tono moderno del comedor sin caer en el ahora tan estilado minimalismo, que comienza a cansar si no tiene algo que lo haga especial.
Tras el aperitivo a base de dos croquetitas, pronto nos sirvieron los dos pedazo de entrantes, y digo pedazo por la enorme cantidad que había especialmente de huevos rotos con boletus y gulas realmente inmejorables en cuanto a calidad y elaboración. Al igual que los trigueros hechos a la plancha en su punto justo para que se queden algo duritos y con un foie que le acompañaba a la perfección. En ese momento comencé a arrepentirme de nuestra gula, comida a raudales y aún nos quedaba la carne. Una carne, hablaré de mi paletilla de ternasco, insuperable. Buena pieza y de calidad, era una gozada comerla, crujiente por fuera y jugosa y bien hecha por dentro. Se nota ese horno un tanto particular en el que se preparan. No quiero olvidarme de las patatas a lo pobre que la acompañaban. A simple vista parecían unas patatas más pero la mezcla de cebolla con un toquecillo más fuera de lo normal las hacía deliciosas.
Para terminar, no por hambre pero si por curiosidad, decidimos tomar un postre a compartir, bueno, pero lo menos destacable de la noche, un biscuit de yema tostada. Como toque final y bueno de la casa, nos sacaron unos chupitos helados y tres licores: pacharán, crema de pacharán y orujo. Si no habéis probado la crema de pacharán os la recomiendo, muy rica.
Total 105€. En principio me pareció caro. Pero viendo las cantidades, la elaboración y la calidad de la cena, recapacité y entendí que era un precio apropiado. No por ello, quiero dejar pasar por alto un detalle del ticket que me llamó poderosamente la atención de manera negativa y fue el pago de 2,5€ por comensal por servicio. Algo que realmente no entiendo y que ni en los mejores ni más afamados restaurantes de la ciudad te cobran.
Dado que estamos con puntos un poquito negativos, añadir que lo que pudo ser un detallazo al principio por parte de la camarera se quedó algo deslucido al llegar algo tarde. Nada más sentarnos no sabía donde dejar mi bolso, los respaldos de las sillas no dejan opción para apoyar el bolso y tuve que dejarlo en el suelo. En un par de minutos se acercó la camarera con un sujeta bolso (de estos de poner en las mesas) para que aposentara el mío. Lástima que llegó algo tarde ya que andaba por los suelos, un buen detalle que, como digo, llegó con un poquito de retraso.
Salvo estos dos detalles negativos nada que objetar del resto de la cena.
El servicio profesional y competente a más no poder. Se agradece que te asesoren y se mojen en cuanto a recomendaciones, un 10 en este aspecto.
Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. Por primera vez desde que iniciamos nuestra andadura en las críticas gastronómicas lo dijimos abiertamente al simpático camarero chileno y se esmeró aún más si cabía. Una vez finalizada la cena, se ocupó de subirnos al lugar privilegiado del local, la terraza en la parte superior. Una terraza con sillas y mesas de tipo mimbre desde las que disfrutar de una estampa única en la ciudad, El Pilar, y por un momento me quedé muda ante semejantes vistas, tienes la sensación de que lo acaricias con la mano. Realmente único, no dejéis de sentaros en una de estas mesas especialmente de noche.
No quiero dejar pasar por alto un dato de suma importancia. Se nota la trayectoria del propietario del restaurante Macanaz, larga y amplia en la hostelería de Zaragoza ya que con este ya son 4 los establecimientos con los que cuenta a sus espaldas: la recién inaugurada terraza Q4 en la Ribera en Echegaray y Caballero y los ya más conocidos por el gran público Café Chipre y Taberna Papa Mar en pleno tubo.
En definitiva, Restaurante Macanaz, un grato descubrimiento: buen servicio e inmejorable cocina en un marco inigualable, ¿qué más se puede pedir?.
Opinión de Opinión de Javier Rioja
Tras dejar el coche en un parking público muy cercano y siempre abarrotado, nos acercamos a este nuevo restaurante a orillas del Ebro. Un comedor muy amplio con tintes modernos y 4 mesas ocupadas nos dan la bienvenida con una interesante carta. La sala, en la que se podía fumar, se encontraba bien ventilada.
De la carta me destacaron los asados, a fuego lento (30minutos y precios que rondaban los 19-23€), había varios entrantes para elegir, arroz de varias formas (sorprendentes precios entre 9 y 20€), pescados según mercado e innumerables carnes, destacando la de potro (27€). Me sorprendió negativamente que no hubiera menús de ningún tipo y en la carta no se citaban los postres. Las últimas páginas se reservaban para los vinos, destacando en cantidad los Somontano y Riojas, la carta algo justa pero las 4 páginas contenían las referencias más importantes.
Elegimos un Fagus de Coto de Hayas (Borja, 22€) de Garnacha muy agradable, y tras preguntar al camarero (Chileno) si nos aconsejaba algo en especial de la carta la verdad es que se mojó mostrándose muy comunicativo, y al final nos decantamos por dos entrantes y dos asados.
Acto seguido nos sacan dos platitos con dos muy buenos panes, uno normal y otro con pasas y nueces. Como aperitivo un par de croquetas.
Sin no tardar mucho llegan los dos entrantes. Unos muy buenos espárragos trigueros (16,5€) con un foie que no le podía acompañar mejor, lo sirvieron templadillo con pimienta espolvoreado por el plato.
Una de las delicias del restaurante son los huevos rotos, nosotros nos decantamos por los acompañados de boletus y gulas (15€), un plato enorme, 4 huevos con patatas plagado de gulas y setas. También con pimienta espolvoreada. El camarero muy amable nos pregunta qué tal todo y bravo por él, antes de pedir los platos nos aconsejó mucho en cantidades sin preguntar, como bien nos lo avisó anteriormente de que el plato de huevos era enorme.
Entramos en los dos segundos, idéntica presentación con patatas y pimientos de padrón, la carne a parte de buena, muy bien cocinada consiguiendo un asado excelente, tanto en la paletilla de ternasco (19€) como en el cabritillo al horno (20€), la piel en ambos una delicia para quien le guste. Destacar la salsa que acompañaba a las patatas con cebolla, hecha con coñac, vino, algo de limón y orégano, dando un toque distintivo al clásico acompañamiento de patatas asadas.
Tras un buen rato comiendo pensé qué hacía comiendo un asado y un platerón de huevos rotos para cenar, y no tenía ya bastante y el camarero nos preguntó por el postre... por curiosidad le dije si nos los podría recitar y en ese momento se me apeteció uno, lo dejé a elección del camarero y el resultado fue un biscuit de yema tostada con nata bastante bueno aunque la nata sosa a más no poder, los postres cambiarán dependiendo de su disponibilidad, una de las desventajas de que el postre no esté en la carta es que a parte de que tengas que elegir rápidamente, no sabes lo que cuestan.
Muy buen detalle final con el ofrecimiento de chupitos, 2 vasos fríos y 3 opciones en la mesa: pacharán, orujo de hierbas y crema de pacharán, buena forma de terminar.
Y para el final dejo las instalaciones, destacando sobremanera las vistas al exterior a una inconmensurable Basílica del Pilar que aún impone más de noche e iluminada. Macanaz es actualmente el único restaurante en la ciudad con unas vistas semejantes y para colmo en la planta superior hay una terraza exterior con unas vistas aún mejores con el Ebro y el puente de Santiago de telón de fondo (sería un error no aprovechar el lugar con una terraza así aunque el viento hará que muchos días esté cerrada). En la sala una pared entera me acompañó con la foto de un mar para en teoría relajarme, y de fondo, música con éxitos de los que gustan a casi todo el mundo. Los baños bien, nada que objetar pero tremendamente pequeños.
105€ finales que bien justifican lo que comimos y dónde lo hicimos. Se notó y mucho que detrás de Macanaz hay mucha experiencia detrás. Dentro del precio final citar los 2,5€ del servicio por persona, 1,7€ del agua de medio litro y 1,6€ del cortado.
Un restaurante al que merece la pena visitar, sin duda.
Instalaciones: |
(8,1) |
Servicio: |
(7,8) |
Calidad: |
(8,0) |
Precio: |
(7,5) |
| Más info:
Web oficial: (no tiene)
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