Ficha Técnica. Dirección:
Chemin de Gramont – 31770 ColombiersHaga Clic para ver el Mapa. IntroducciónEl restaurante L’Amphitryon se encuentra en Colombiers, en las afueras de Toulouse, por lo que no sólo se hace imprescindible ir en coche, sino que habrá que acompañarlo de un gps, aunque por suerte, desde Colombiers este restaurante se encuentra muy bien señalizado.
AmbientePoco que añadir a las fotografías. 3 ambientes distintos en 2 amplios salones convenientemente separados con una terraza con vistas al jardín, siendo la opción perfecta si el tiempo acompaña. Mención aparte los baños, donde el de los hombres luce de forma muy especial con un grifo táctil. Son las mejores instalaciones en la que hemos comido, y con diferencia. CartaLos precios a la carta parten desde los 34€ hasta los 59€, y los postres nada menos que cuestan 18€, por lo que se hace imprescindible pedir un menú. Tienen 3 menús para elegir, empezando por el más caro, el Menú degustación por 115€, en donde incluye una degustación de quesos en una de sus 10 propuestas de la carta. Por 45€ más ofrecen degustación de 3 vinos: dos blancos y un tinto. El menú llamado Par Amour du Goûl cuesta 85€, pero no se incluyen los quesos y "sólo" hay 6 platos, siendo más bien raciones. El menú normal compuesto de entrante, segundo y postre cuesta 69€. Crítica Javier RiojaEstamos ante una de las referencias gastronómicas de la zona sur de Francia, con gran reputación y unas instalaciones de lujo, me chocó lo poco poblado que estaba el césped, el único pero que se le pueden poner a un restaurante con unas instalaciones de 10. Dentro de un restaurante para muchos comensales, sólo estaban ocupadas 3 mesas en la terraza. L’Amphitryon es realmente caro, de los de autor, por lo que ya puedes imaginar el tipo de gente que habrá comiendo en él. Me sorprendió la juventud del servicio, y negativamente que no hablaran inglés, algo sorprendente. También me supo raro que tampoco hablarán español ya que en el sur de Francia se habla bastante y por suerte, uno de los camareros se atrevió a citarnos cada plato en un sufrido español, entendible mucho mejor que el francés. Curioso que en un restaurante de tanto nivel como este, fallen estrepitosamente en el idioma. La carta de vinos es inmensa, un detalle de lujo que eleva de categoría este restaurante con un gran libro que estructura muy bien sus nada menos que 800 referencias. Pedimos una recomendación al sumiller (el que hablaba un poco de español) y nos recomendó un vino de la zona, un Dominique Croix de Marchands Gaillac 2006 (27€), la verdad es que en Francia siempre he comido bien y sobre todo bebido buen vino, y esta recomendación del sumiller fue acertadísima teniendo en cuenta su precio. El aperitivo me dejó algo frío porque nos trajeron unos vasitos altos con pajitas y mucha parafernalia para probar un gazpacho con un helado de pimiento. Mucho circo para un par de aperitivos mediterráneos. Y empezamos por el primer plato: Anchois Frais Juste Marinés en Papillotes Croquantes de Concombre, 3 boquerones servidos con una crema de pepino muy fina, no empezó mal la comida pero el precio exigía mucho más. Rouget à l’Unilatérale sur un Croustillant Gourmand de Pied de Veau Mijoté, que traducido al castellano por el camarero es bacalao con algas al yogourt de limón y traducido según un traductor online me sale que es salmonete. Pero lo importante es el plato, el mejor bacalao que he probado en mi vida, con una cremita de yogourt de limón que junto a las algas, realzan el bacalao de forma explosiva, excepcional. Nos colocan otra vez nuevos cubiertos, esta vez con un cuchillo Porsche, interesante porque no sólo lucía en diseño, sino que resultó excelente en su manejo y la verdad es que me sorprendió. Nos preguntaron si queríamos queso y como habíamos comido más bien poco dijimos que sí (teniendo en cuenta también que nos encontramos en una excelente zona de quesos). Le Chariot de “Jeannot”, traducido la carretilla de Jeannot, donde un maître fromager nos dio a elegir entre varios quesos en una curiosa carretilla, a lo que sugerimos si era posible probar un poco de cada, y así fue. Petits Coussinets Soufflés de Fraise “Mara des Bois”, el primer pequeño postre es una especie de burguer de fresa típico de la zona, original. Para terminar, los Petits Fours “maison”, 3 cremitas distintas en pequeños vasos alargados, para intentar endulzar la cuenta de 220€. Lo más interesante del precio final, son los 6€ del litro de agua, que por lo menos dentro de lo malo se agradece que estuviera avisado en la carta, y al final sube bastante el precio de la comida. La tabla de quesos no se incluía en los menús y costó 17€, imprescindible ya que si no comemos estos quesos los cuales llenaban bastante, hubiéramos acabado la comida con hambre, imperdonable. Pero no puedo concluir sin citar las instalaciones, en 3 ambientes distintos, completando una decoración y diseño que ronda la perfección. El toque final lo pusieron los baños, con dos lavabos, toallas y en donde el grifo y la temperatura se activaba mediante una pantalla táctil, sorprendente. Para terminar, un detalle un tanto raro fue que la jefa de sala no nos dijera nada al terminar la comida, nos miró como queriendo decir algo pero supongo que prefirió no hacer el ridículo con su inglés, o por lo menos esa sensación de vacío me dejó.
Conclusiones.Esperaba muchísimo más de este restaurante, aunque lo que no perdono es el corto menú. Se come muy bien pero en global no es un restaurante valorable con dos estrellas Michelin, y no sólo eso, sino que lo aprovechan para realizar una comida en donde parece que sea más importante su presentación que la comida en sí. Gracias a restaurantes como este mucha gente desconfía de la comida de autor, donde se come más bien poco a un precio desorbitado. Uno de los grandes fallos de la comida fue el optar por el menú de 89€ al que tuvimos que añadir la selección de quesos, ya que por un precio algo superior es mucho más recomendable optar por el menú degustación de 115€ donde hay más variedad y así es de suponer que no terminas con hambre. Al final, el menú de 89€ está totalmente desaconsejado y no entiendo cómo en un restaurante se puede servir un menú con un precio tan alto donde se degusta más bien poco. Las instalaciones del restaurante L’Amphitryon son las mejores que hemos podido presenciar en un restaurante y los platos excelentes que salen de los fogones de Yannick Delpech son espectaculares, así como la degustación de quesos, pero la fama se les ha subido a la cabeza con unos precios nada acordes a lo que se ofrece.
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Javier Rioja © 2006-2022
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