Ficha Técnica. Dirección:
Paseo de Eduardo Dato, 5 – 28010 MadridHaga Clic para ver el Mapa. IntroducciónZaranda, situado en la milla de oro de la restauración de Madrid pegado a la Plaza de Chamberí (en plena Castellana y calles de alrededores) y con Fernando Pérez Arellano al frente, galardonado con una estrella Michelin y teniendo el mérito de haber sido uno de los chef españoles más jóvenes en conseguirla, es el fiel reflejo de un restaurante hecho a sí mismo, nacido de un pequeñito local que fue creciendo hasta llegar a convertirse en lo que es en la actualidad, uno de los restaurantes con renombre dentro de la complicada Madrid. AmbienteSubiendo las escaleras de piedra gris y tras cruzar su puerta de forja negra nos encontramos con un local dividido en dos plantas decorado en todos naturales predominando especialmente los marrones, bronces y tostados. CartaComo suele ser habitual en este tipo de restaurantes. Nos encontramos ante carta con productos de enorme calidad y toques de fusión y cocina creativa que presenta su versión más tradicional en el otro local que poseen, Zorzal. Una carta que se renueva cada temporada y a la que podéis echarle un vistazo en su web junto a sus precios. Interesante el menú del mediodía por 38€, que consta de snack, entrante, primero, segundo, pre-postre, postre, café y pequeña repostería. Es una estupenda opción de comer bien en este restaurante sin pagar demasiado. Menú Arellano por 82€ donde el chef elige según el día sugerencias y platos de la carta, con maridaje de vinos serían 117€ y con suplemento de queso 9€ más. La mayor parte de los precios de la carta oscila entre 21 y 25€, un precio acorde con el tipo de restaurante. Por ejemplo el ravioli abierto de ostras se encuentra por 23€. Los precios de los postres se disparan entre 9 y 11€. Para finalizar, destacar su imponente bodega que se ve reflejada en su carta de vinos con referencias de denominaciones tanto de nuestro país como del extranjero. Si por algo destaca su carta de vinos es por lo ajustado de sus precios, no como en otros locales de similares características donde vinos de lo más comunes se disparan hasta precios ciertamente vergonzosos. Podéis consultar con el sumiller que seguro os hará alguna buena recomendación. ServicioExcepcional servicio en todo momento. Ataviados con mandiles largos en tonos grises y negros, la comida o cena se servirá por una media de dos/tres camareros acompañados en todo momento de grandes bandejas sobre las que os traerán los platos y os darán buena explicación de ellos, a los que organiza de manera inmejorable su jefe de sala que hace las veces de sumiller. Servicio excepcional, con una profesionalidad imponente que sabe mantener ese tan difícil equilibrio entre la profesionalidad necesaria en este tipo de locales pero sin llegar a ser excesivamente distantes o fríos. CríticaNuestra llegada a Zaranda iba precedida de algunos detalles que nos gustaron incluso antes de entrar en el local. Llamamos con menos de una semana de antelación para reservar mesa y no nos cogieron el teléfono pero cuál fue nuestra sorpresa cuando a los dos minutos estaban devolviéndonos la llamada. No suele ser nada habitual que restaurantes de este nivel “pierdan” su tiempo en llamar al no poder contestar una llamada, demostrando así que no era de esos lugares donde creen estar por encima del bien y del mal, buen detalle que presumía que iba a ser un buen servicio. Teníamos claro tras ver la web de Zaranda que optaríamos por el menú degustación, presumiblemente bien de precio teniendo en cuenta el potencial del restaurante. Acompañados en la sala inferior del restaurante por varias mesas con personajes del índole social alto/muy alto, el servicio se comportó muy bien con grandes dosis de sincronía a la hora de traernos la carta, los aperitivos y el posterior vino. El aperitivo se compuso de crujientes varios, dos cuenquitos con dos tipos de olivas (de Aragón y Cataluña), otro plato con paté de foie para untar y por otra parte aceite de oliva y sal, todo excelente, un gran aperitivo. El primer plato aunque le faltaba algo de sabor, lo encontré perfecto, fue un pastel amarmolado de perdiz, hortalizas y foie-gras con remoulada trufada de apio. Continuamos con un Ravioli abierto de ostras y revuelto de algas con crema de salmón ahumado, quizás lo mejor de la comida debido principalmente a la exquisita elaboración y mezcla de todos los ingredientes, donde sobresalía la ostra. En este momento nos dimos cuenta de que la mesa era demasiado larga, por un lado se agradecía, siempre es bueno contar con espacio en la mesa, pero la distancia con mi compañera de mesa era demasiada, quizás la primera vez que me costó entender a alguien en la mesa por la distancia. Arroz cremoso de trompetas de los muertos con ajos tiernos y chipirones, buen conjunto, me gustaron los chipirones, el arroz mejorable. Tras el arroz, nos ofrecieron más pan, de varios tipos y buena calidad. El agua la rellenaban continuamente, en realidad no te sirven una botella de agua, sino que iban rellenando los vasos de todos los comensales de la sala sin control de las botellas, un buen detalle ya que si bebes mucha agua en teoría sólo pagas una botella, que al final costaría 3,75€. Bacalao con piel de manitas de cerdo, endivia y mousselina de reinetas, un buen trozo de bacalao con la piel cambiada por otra con más grasa, original aunque no me gustó el conjunto del plato. Tras los aperitivos y los primeros entrantes me encontraba algo lleno ya... un dato que no suele ser normal en este tipo de menús y restaurantes. Lomo de ciervo asado con chutney de membrillo, castañas y su jugo al cacao, en el último mes había comido demasiado ciervo, este en concreto lo encontré sabroso y poco más, el acompañamiento me pareció apropiado. Tras volver del baño (individual con el wc privado tras una puerta que no cerraba bien) me encontré con la servilleta cambiada, gran detalle producto en gran parte porque el sumiller se encargada únicamente de vigilar las mesas y servir algún plato. Ya faltaba poco para terminar, el pre-postre fue un pequeño vasito de Arroz con leche con manzana caramelizada, poco pero suficiente, otro de los platos que llenan cumpliendo un menú para terminar más que harto. Y para terminar, un plato excepcional y el broche a una buena comida aunque con la decepción de no mantener el nivel de este postre a lo largo de toda la velada. Cremoso de queso de cabra con sorbete de fresa al Rioja y albahaca, de un bonito aspecto visual, agradable olor, excelente queso, fusión de sabor perfecta, gran textura... un plato de 10. Nos ofrecieron café o té y al pedir la cuenta nos la acompañaron con una pequeña selección de repostería un poco decepcionante, aunque fue un buen detalle. Los dos menús degustación, un vino de 25€ y ojo, 8€ de los 2 cubiertos, donde se incluía el pan nos costó 172€. Un precio alto para lo que comimos, aunque se agradece que en un menú degustación de un precio medio/alto incluyan productos nada usuales incluso algo más caros. Así como las cantidades, que fueron perfectas incluso superiores a lo normal. Detalle que me da que pensar y comparando con el restaurante Sergi Arola Gastro (muy cercano a Zaranda, andando a 3 minutos), donde se ofrece un menú mucho más caro, hubo menos comida y más barata, aunque por contra, la calidad de los platos de Sergi fue netamente superior. El servicio fue bueno y sobre todo atento. Parte de la culpa la tuvo el sumiller como he comentado antes, donde él sólo se encargaba de estar al tanto de todo en la pequeña sala de la planta inferior donde había 6 mesas. Un par de camareros más se las arreglaban para ir sirviendo los platos con gran armonía entre ellos y sin errores. Conclusiones.Por los precios que se barajan en Zaranda y la calidad que ofrece, no puedo recomendar este restaurante más que a personas con un alto poder adquisitivo o grandes amantes de probar restaurantes porque no creo que sea un restaurante para ir de propio. Al final por lo que vi en la sala, es este tipo de personas los que llenan el restaurante, políticos y demás empresarios que buscan un restaurante de su status con ganas de pasar un rato agradable, con un buen servicio y bajo una buena comida. Se come bien y goza de buenos detalles, pero este es el fiel reflejo del daño que hacen las estrellas Michelín con unos precios nada acordes a la calidad culinaria. Por supuesto que se come bien, es un restaurante de gran altura, pero de 7 platos sólo me parecieron excelentes 2. Hay mejores opciones, aunque estoy convencido de que Zaranda es de esos restaurantes que no suele decepcionar.
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Javier Rioja © 2006-2022
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